Tenia esta entrada desde ayer, pero no sabia si subirla: mi escritura no es muy elocuente (a veces creo que escribo pura basura) y no soy bueno con esta clase de "manifiestos por los derechos de..." ¬¬ ; pero pensé que hay que practicar la redacción (y además, no iba a dejar así nada más las fotos que saque :D ), así que me di un tiempo para corregir y ya subo todo sin más. A propósito, justo apareció esta entrada en Hígado Reptante, sobre un caso concreto que ejemplifica claramente como la falta de legislación para la unión civil entre personas del mismo sexo puede traducirse en situaciones dramáticas de las cuales hay que hacerse consciente.
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De todos los creyentes en general, me cargan los evangélicos, al menos los que andan por acá en Conce. Ya bastante tengo con mi madre sintonizándolos todos los días. A veces son muy irritantes (más allá de que puedan despertarlo a uno para ofrecerle la Palabra, o sean exasperantes con el solo hecho de no poder evitar decir de manera compulsiva las palabras "Dios", "Jesús", "misericordia", "salvación" o "pecado", combinadas con frases trilladas y lugares comunes). El problema no es de ningún el que expresen sus ideas o creencias religiosas, lo cual es un derecho nada discutible, y si bien opino que sus prácticas debieran ser en general privadas dentro de sus centros de reunión (iglesias, sedes, etcétera) y financiadas por los miembros o interesados y no con el dinero del Estado, pero en fin; si que me jode que la religión sea una excusa para meterse en la vida privada, sentimental y sexual de otros, y hasta para difundir falsedades sin ninguna vergüenza, siempre poniendo primero los prejuicios antes que la verdad.
No es mi problema, pues no soy gay, pero eso es lo de menos. Lo que me molesta más es cuando se amparan estas actitudes en la sinrazón y la desinformación. Tal cosa es la que paso el 31 de mayo recién pasado (clic aquí y acá). Una protesta no digamos masiva, pero bien organizada, llamativa, con micrófonos, megáfonos, huevones creyentes cantando alabanzas cristianas, y hasta con un animador, todos gritando a coro su rechazo implacable a la homosexualidad por no ser acorde a la visión cristiana y, obviamente, la Palabra de Dios, el infaltable aliado (o dictador) imaginario e irreal. Desafortunadamente, estas payasadas no son nada nuevas aquí en el Santísimo Concepción. Y lo que es peor, lo anterior no es más que la punta del iceberg de un grave problema cultural en cuanto a materias de conocimiento de la sexualidad y tolerancia (ver aquí un resumen de diversas encuestas realizadas en 2004).
A continuación: el Fundamentalismo Religioso al Ataque
Mi rechazo a está y otras manifestaciones similares se basa en algo bien sencillo: los homosexuales no son pervertidos, ni tienen problemas emocionales (por descontado el que se da por el rechazo a su condición, como pasaría a cualquiera que fuese excluido por alguna característica que le haga "diferente"), ni necesitan rehabilitación: no padecen ninguna patologia por su preferencia sexual, muy al contrario de lo que gustan de difundir con gran deshonestidad en sitios católicos y evangélicos por igual. Y por otro lado, si yo fuera un creyente intelectualmente honesto, deberia aceptar que los fletos gays son obra y gracia de Dios, pues aunque no quieran aceptarlo, la conducta y atracción homosexual se encuentra a lo largo del reino animal, no solo en la especie humana (resumidamente y en español aquí). Además, hay buenas razones para ello.
En suma, no existe argumento científico que pueda dar a la conducta homosexual las características de "patológica" o "antinatural", sino más bien al revés. Ni más ni menos.
Pero en fin, siempre me digo que cada quien es libre de ignorar lo que le plazca, siempre que sea capaz de reconocer su ignorancia en dicha materia y cerrar la boca en tal caso.
Desgraciadamente, no solo no ocurre eso, sino que, guiados por la desinformación y el adoctrinamiento típico, los fanáticos religiosos de siempre hacen protestas contra lo que no entienden ni se molestan en averiguar. Culpa de ello me temo que la comparten las llamadas autoridades religiosas de difundir mitos sobre los gays. Hace no mucho, el cardenal Tarcisio Bertone afirmo con gran soltura en Santiago que la homosexualidad está vinculada a la pedofilia. Esto basándose obviamente en estudios muy serios (ejem), aunque no menciona ni de casualidad ni quien, ni donde ni cuando se hicieron tales. Tanta honestidad le causaría una laguna mental quizás. Si hasta se ganó un premio. También se pueden referir las recientes afirmaciones de Ratzinger sobre el matrimonio homosexual, el que según el iría "en contra del bien común" -declaración nada sorprendente viniendo de el, pero bueno, si lo dice el Papa...
Pero la justificación real del creyente no es nada de eso. El tema es sobre el pecado. No importa si es o no es patología o contra natura o va contra el orden social. Quienes padecen Síndrome de Down no son pecaminosos a los ojos de Dios como si lo son explicitamente los homosexuales en la Biblia. Esto es justo lo que ocurre en el creacionismo: consideraremos (y encajaremos a la fuerza o hasta inventaremos incluso) solo las evidencias que respalden y justifiquen el relato bíblico (y nuestros prejuicios) si y solo si estas lo confirman, en vez de colocar por delante los hechos y luego hacer la hipótesis contrastable que vincule estos entre sí.
El pecado es a fin de cuentas toda acción que disgusta a Dios (el judeocristiano en este caso) (y que, insisto, no existe, ni ese ni ningún otro). Como Dios no es tan omnipotente para decir lo que le parece bien y mal, debe dejar a los mortales el deber de manifestar su voluntad. Y obviamente, si a estos que representan a Dios les parece mal la unión civil homosexual, ejercerán su derecho a la libertad religiosa y de expresión, pues en su derecho están de vilipendiar y meterse en las vidas de otros. Es obvio, si lo hacen es porque aquí ellos si pueden, no como parece pasar por ejemplo en Suiza, donde ya no se tolera (tanto) la intolerancia. A proposito, recomiendo este video de Pat Condell, donde se manifiesta un tanto al respecto de la intromisión de la religión en las leyes civiles, con una mayor elocuencia de la que yo podría.
Me detengo aquí, pues no tengo tanta facilidad de palabra y creo que es suficiente. En fin, yo no me preocupo de estos creyentes: todo lo siempre hacen con mucho amor hipócrita, misericordia infame y arrogante y una siempre malintencionada ignorancia cristiana. De eso ni dudarlo.
0 damas o caballeros han abierto la bocota:
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